Un pueblo, ni tan común, como tampoco corriente. Simple y complejo, en la cima y en el sótano. Heredero de una guerra ideológica, idiomática, nada tecnológica… un Nebaj prehistórico sumido en pobreza y enfermedad.
Andan ya, siendo las cuatro de la mañana, las madres ancianas, los viejos sabios, los perros vagabundos. Mordiendo el polvo y masticando la lengua para no sentir el dolor. Con la vista gacha y la tez ardiendo, las fumarolas de las casas humean el trayecto, la inocencia de los infantes, caminantes, marchantes, hijos de la nada desfilando al aula a medio caer junto al paraíso desdibujado.
Contrasta el lindo paisaje con el trágico y desolado puebo. Minado de casitas, lleno de crujiente leña y esperanzado en el futuro que parece nunca llegar…
Raíces cercenadas, historias de sangre